En un panorama musical actual en el que ya está casi todo inventado, la fusión es todavía capaz de activar nuestra capacidad de sorpresa. Últimamente estoy repasando la obra de Hughes de Courson, un tipo que fusiona la música de Mozart con la cultura árabe, la electrónica con música medieval, fusiona Vivaldi con la tradición celta ó se lleva a Bach enmedio de las tribus africanas. El resultado será criticado por puristas y se podrá considerar música más o menos "Easy-Listening", pero tiene su punto de interés. En el panorama patrio tenemos al incombustible Juan Peña "El Lebrijano" y su búsqueda de raices árabes del flamenco; ó el tristemente fallecido Enrique Morente y sus magníficos discos de fusión flamenca.
Y que tiene que ver esto con el disco del que voy a opinar?, pues mucho y nada; o mejor dicho, nada, la verdad es que hablo por hablar, y es que todavía me retumban en los oídos los ritmos del recopilatorio de Courson "Babel", que acabo de escuchar.
En el caso de Mamoru Fujieda nos ponemos serios, mucho más serios, siendo espectadores de una fusión de culturas dispares; con una base músical de tradición asiática, con toques eléctrónicos y que juegan superfluamente con la atonalidad y el ambient, dan cuerpo a una serie de cantos de corte budista con textos basados en ceremonias de pinturas de arena de los indios Navajos; pura fusión, vamos.
No es nueva la idea de similitud entre estos cantos Najavos del sudoeste americano, donde los Hataali (cantores), chamanes de los poblados, cantan mientras procesan dichas ceremonias en las que trazan increibles dibujos en la arena, y los cánticos en la creación de los mandalas tibetanos. Ambos destinados al ocultismo y la meditación.
En este disco, Mamoru Fujieda hace una particular fusión de los textos Navajos con canto Shomyo ó budista, acompañados con música interpretada por instrumentos de tradición asiática; cánticos nocturnos de meditación; música contemplativa y ambiental.
El disco está dividido en dos partes;
- "The Night Chants III (1994) en los que participa Mamoru Fujieda en la parte electrónica y Makiko Sakurai en la parte vocal.
- "The Night Chant I" (In Four Cycles With Audible Sculptures of Mineko Grimmer) (1993), es aún más interesante que la primera. Fujieda dispone los instrumentos como cuatro puntos cardinales, representando algo de las pinturas. El Fukimono, instrumento de viento, hace las veces de conjuro al aire. En los extremos de los puntos cardinales, Mineko Grimmer situa sus "Esculturas audibles", formadas por elementos de la naturaleza como bambú o hielo, golpeadas de forma aleatoria. Todo el conjunto es controlado electrónicamente por Fujieda que añade elementos electrónicos para dar cuerpo al conjunto.
Es un disco que el una primera audición puede ser algo anodino y contemplativo, pero a poco que se investigue un poco, hace que de él un muy interesante trabajo en siguientes revisiones.
Creditos:
1 The Night Chant III
Voice [Shomyo/buddhist Chant] – Makiko Sakurai
2 The Night Chant I
2 The Night Chant I
Percussion [Uchimono] – Satoshi Sakai, Toshiyuki Matsukura
Performer [Audible Sculpture] – Mineko Grimmer
Vocals [Jumon] – Koshin Ebihara
Flute [Fukimono] – Kodo Uesugi
Strings [Hakimono] – Kazuko Takada
Performer [Audible Sculpture] – Mineko Grimmer
Vocals [Jumon] – Koshin Ebihara
Flute [Fukimono] – Kodo Uesugi
Strings [Hakimono] – Kazuko Takada
Computer – Mamoru Fujieda
Executive Producer – John Zorn
Executive Producer – John Zorn
projekct_5 dijo el 05-06-2007
ResponderEliminarAntes de que a Mamoru se le ocurriera sacar música de las plantas (literalmente, ver Patterns of Plants) se le ocurrió hacer cantos oscurones, con una estética muy asiática - claro, sí - y ambientaciones sutiles, en delgadas capas sonoras que se translucen en movimientos cadenciosos, ayudados de tintineos armónicos. Todo este conjunto nos lleva de la nostalgia a la incertidumbre y a momentos de suspenso como en Falling Chant. En fin, el disco tiene muchos buenos momentos y es muy agradable de escucha - con buena disposición para esos efectos, claro - terminando con una dinámica más percusiva y abundante en sonidos... ¡siempre en ese cantar propuesto al inicio!